miércoles, 4 de febrero de 2015

Los miércoles llega el padre y nos confesamos.

Lo maravilloso de un blog -si se quiere- es que en su kid de supervivencia trae el anonimato.
Y aunque a veces éste no sea 100%, vamos, si mi madre o mi mejor amiga, o el tipo que me estoy garchando, llega a entrar de casualidad a este simpatiquísimo blog, dudo realmente que sospechen de mí, porque no somos ni paranoicos ni tan egocéntricos. Entonces se vuelve sencillo ventilar(nos) la vida privada.
En fin, amigo, usted decide si consumir las próximas líneas de chusmerío (JAJA, qué ocurrencia tengo a veces), o tener un poquito de criterio e irse a hacer eso que ya sabe.

Primero tengo que hablar mal de una amiga para que se entienda.

Es católica porque la mandaron a catesismo y no protestó, aún hoy sigue yendo a las misas de algún domingo (cuando se ponen buenas), y pese a todo análisis que hemos hecho, llegamos a la conclusión de que la mina cree en Dios con el mismo criterio que la mayoría: nunca cuestionó.
Cuando éramos bellas y promiscuas liceales, pasó por un montón de etapas /cumbia-concheta-reggae-rock-cumbia-rock/, según la compañía de turno.
Y no digo que sea una tragedia ser altamente influenciable y tener un uno en identidad a los 14 años, es trágico cuando ya tenés 22. Y uno es tolerante hasta que aparece definitivamente el perverso snob (o esnob), que molesta.
No obstante, lo más patético (y acá entra nuestra querida): el snob fallido. El que pone en facebook que leyó tal libro, que vio tal película, que publica tal música, que OH CASUALIDAD, no conoce. Y se nota.
Entonces su vida pasa por un constante cambio de etapas, etapas de excesos, porque la personalidad del influenciable es adictiva.
Una vez empezó a conocerse con un loco y yo le pregunté qué tal. Me dijo: ah, re bien, además tiene buena lectura. Lee a Orwell. (Lo conocía porque se lo había recomendado diez mil veces)
A la semana se compró una edición preciosa de 1984 y nunca leyó el libro.
Ahí supe dos cosas: a- ese es el snob fallido, el peor, y b- lo que se hace por una pija, eh.

Basta de hablar mal de una amiga.

ENTONCES
Todo comenzó cuando la vi en una foto con la remera de Pink Floyd, la iba a desafiar a que me dijera rápido cinco temas pero tampoco soy tan rata. Resulta que ahora se convirtió en multiloca y va a las fiestas electrónicas, sin embargo, sigue siendo católica y se esconde cuando fumamos un porro.
Nos enteramos de costado que toma merca, obvio que no por ella, sino no sería de costado. ¡Y es tan natural que la gente se falopee con cocaína en estos tiempo violentos! Pero me parece extraño -y preocupante- que ni siquiera nos cuente a nosotras, que entregamos el culo y salimos como un rayo a reunirnos porque nos moríamos de los nervios.
Es hasta un reflejo de supervivencia tomar merca y contárselo a tus amigas, porque uno a veces no encuentra el freno.
Sobre todo si tenés una personalidad adictiva y creés en Dios (y en el cura pelado que tiene 27 años pero parece de 45), o si de golpe vas SOLA a todas las fiestas punchis, o tenés actitud de rota, o no querés que tu mami te encuentre mandibuleando y te lleve de los pelos a Manantiales. MEDIA PILA, HERMANA.